El banquete de los nombres del padre.
Tal como viene sucediendo en Argentina y en el mundo entero, la representatividad se está viendo cuestionada por nuevas formas político organizativas que, sin proponerse reemplazar taxativamente a las anteriores, proponen un horizonte de coordinación mutuo entre quienes hasta ese momento venían ejerciendo su digamos "democrática" tarea de representar, y quienes venían siendo representados por aquellos.
Esta crisis global generó cambios políticos importantes en casi todos los ámbitos del estado y privados, bajo un lema de ya no más representación acompañado de una auto-organización creciente, consecuencia inevitable de no tener representantes, se movilizó un verdadero cambio de estructuras que tendría como meta que no se repitiesen más, en la medida de lo posible, algunos viejos vicios de la política tradicional.
No podemos decir que se trate de una revolución radical, ya que mantiene las formas clásicas de organización pero articuladas con esta nueva concepción del trabajo autónomo.
Tampoco podemos decir que no es un cambio revolucionario, ya que en cierta medida lo es, una especie de subversión de los sujetos representados hacia un estado de auto-representación ligado a un nuevo tipo de negociación permanente con quienes hasta hacía poco venían siendo sus jefes y con quienes pasarían a conformar una sociedad, esperanzadamente, de iguales.
Así es que por ejemplo, en una fábrica, ya no se vería más la figura del jefe y los empleados en relación piramidal de poder en cuanto a las decisiones respecta, sino a un grupo de obreros decidiendo el destino de su producción así como los medios de ésta y luego ofreciendo el producto terminado a quien quiera comprarlo, incluyendo sus anteriores jefes, quienes quizá pasarían a conformarse como accionistas o compradores mayoristas o quién sabe.
En fin, y entrando en tema, todo esto no es ajeno al mundo “psi”, como ahora se acuerda llamar, y a sus sistemas político organizativos de escuelas, asociaciones y demás.
Muy por el contrario, esta completamente en relación, tanto teórica como práctica, hasta se podría decir que el discurso del psicoanálisis fue el precursor y quizá quien motivó a politólogos en todo este cambio, el discurso del psicoanálisis y en particular del psicoanálisis lacaniano, hay que decirlo, ya que este fue el discurso que por excelencia pudo encontrar otra versión del padre siguiendo al pie de la letra la enseñanza del “padre del psicoanálisis” y hasta continuándola de manera rigurosa.
Es un poco la historia del psicoanálisis, escisiones, reagrupamientos, cooperación sin jerarquías ni mandos (o como dirimió Freud cuando trataba de asignar una mayor importancia a las pulsiones de autconservación o a las pulsiones uales, terminando por declarar que se sostienen entre sí.)
Así ha pasado el tiempo hasta nuestros días, hasta nuestras escuelas, asociaciones, agrupamientos, y no sin ir dejando sus diferentes marcas en cada momento, y la marca de nuestra época es la globalización, el “pensar globalmente y actuar localmente”, así es que a fines del 2003 se comenzó a vivir en Francia toda una nueva serie de acontecimientos en el mundo psi que dieron lugar a movilizaciones y cambios que todavía no han cesado de sucederse, cambios globales que repercuten, incluso que deberían repercutir, en cada grupo analítico de cada lugar del mundo, movimientos que no hacen sino manifestar un malestar existente que todavía no había sido trabajado debidamente.
¿Cuál es la modalidad de estos cambios?, no sin causa, casi la misma que se sucedió en cada plano del mundo, tanto empresarial como político, educativo, etc. Una modalidad de reagrupamiento de lugares en los banquetes; podríamos decir que para novedad lo clásico, ya que no es otra cosa que lo ya leído en los textos sugeridos, no tan sutilmente y a modo de metáfora en este discurrir, no es complicado descubrirlos, hasta demasiado redundantes.
Y es que el cambio se sostiene en las identificaciones entre pares, en un dejar hacer el trabajo a quienes saben hacerlo sin obstruir más que con lo que de real pueda presentarse en cada caso y que entonces no será más que enunciarlo o soportarlo fugazmente hasta que se produzca su elaboración, ya que lo que no hay, no hay.
Estas viejas-nuevas formas dejan abierto el camino a los cambios, al crecimiento, a la valoración subjetiva, a la toma de decisiones por parte de los sujetos comprometidos, sin margen a lo que podría llamarse un “lavarse las manos” sino a un hacerse cargo, de su goce, de su inconsciente, de sus actos y sus palabras. Y escribí viejas-nuevas formas porque como decía anteriormente, esto se lee en el banquete de Platón, en un párrafo increíble que no debe haber pasado desapercibido a más de uno y en el cual Agatón dice a sus esclavos:
“... a nosotros, a los demás, servidnos la comida, esclavos. Poned libremente sobre la mesa lo que queráis, puesto que nadie os estará vigilando, lo cual jamás hasta hoy he hecho. Así, pues, imaginad ahora que yo y los demás, aquí presentes, hemos sido invitados a comer por vosotros y tratadnos con cuidado a fin de que podamos elogiaros.”
¿Que otra cosa se enuncia aquí sino una autonomía por parte de los esclavos con respecto a sus amos? En el texto se ve muy claramente cómo el amo se dedica a sus asuntos, filosofar, sin entrometerse en los del esclavo, en este caso servirles el banquete. Y esto no se dirime "solamente" por cuestiones de poder sino tambièn por cuestiones de goce y franqueamiento de resistencias que impidan encontrarse con el deseo que porte cada uno en cada momento, ya que las puertas de paso de un régimen a otro, podríamos decir que se encuentran (o deberìan) siempre abiertas a las posibles intenciones de permutación por parte de ambos lados formando una dialéctica, por no decir un diálogo, y esto creo que ha sido demostrado por la historia, obviamente requerirá de un aprendizaje y un esfuerzo, pero nos encontramos hoy con hijos de amos que han elegido trabajar con su cuerpo y se han convertido también en "cocineros", refinando el gusto quizá y cambiando el nombre por el de chef o similares, lo que da lugar a la instancia de manejo de los semblantes, pero eso ya es otra cosa; también existen ejemplos de trayectoria inversa a lo largo de la historia y del que citaré un ejemplo extraído también del comienzo del banquete, cuando Apolodro dice a Glaucón:
"¿Pero cómo –le dije- pudiste pensar eso, Glaucón?¿No sabes que, desde hace muchos años, Agatón no ha estado aquí, en la ciudad, y que aún no han transcurrido tres años desde que estoy con Sócrates y me propongo cada día saber lo que dice o hace? Antes daba vueltas de un sitio a otro al azar y, pese a creer que hacía algo importante, era más desgraciado que cualquier otro, no menos que tú ahora, que piensas que es necesario hacer todo menos filosofar."
Leemos como Apolodro tres años atrás creía que era necesario hacer todo menos filosofar, yendo de un sitio a otro al azar (esto nos remite directamente a los nombres del padre) y ahora no solo ha cambiado su rumbo, de hecho se dirigía al banquete de los filósofos, sino que también insta a Glaucón a dicho cambio. Esto no quiere decir que Apolodro esté en lo correcto, Glaucón puede preferir hacer cualquier otra cosa y estaría muy bien, solo muestra que la puerta está abierta, o por lo menos que solo hay que golpear en ella.
¡¿Increíble adelantamiento en el tiempo no?! No, no es eso, es solo el concepto de actual, lo actual tiene otra lógica del tiempo que la cronológica, esto lo sabemos, y resulta que además está siempre actualizándose, y la actualidad analítica nos enfrenta nuevamente con estos problemas, no sé porqué no había sido resuelto ya en la base, o en el comienzo, por decirlo ahora sí cronológicamente, en el comienzo de las escuelas, las asociaciones, los grupos, pero bueno, nunca es tarde y lo que una vez se dejó pasar sin haber sido interpretado, analizado, o por lo menos enunciado como algo transitorio que más adelante se iría resolviendo a medida que se sucedieran los cambios subjetivos oportunos, retorna, se actualiza, encuentra la vías para, en el mejor de lo casos, hacer síntoma.
Aquí nos encontramos hoy en día en el suceder del mundo psi, primero se formaron las escuelas o asociaciones de analistas, y entonces quisieron dedicarse casi exclusivamente a hacer lo que querían hacer, analizar, transmitir algo de su saber, ofrecer un curso; pero claro, necesitaron ayuda, secretarios, bibliotecarios, diseñadores web, “organizadores de banquetes”, ya no esclavos sino trabajadores a sueldo, pero cometieron un error, no hicieron como Agatón cuando se dirigió a sus esclavos, explicándoles que son ellos, a partir de ese momento, quienes serían los encargados materiales de llevar adelante la escuela, por tanto y desde ese momento su escuela, la cual tendrían que mantener lo mejor posible a fin de obtener el reconocimiento merecido, como cualquier persona desea cuando realiza algo, sobretodo si lo hace con deseo, a la vez que estarían siempre inmersos en los discursos de analistas y quizá algún día, alguno dejase de escuchar pasivamente y se interesase por “filosofar”.
Y pasó, algunos se interesaron y descubrieron que Freud había dicho “mis laicos están por venir” y entonces quisieron comenzar ellos también a analizar, a llamarse analistas, a formar parte de las escuelas desde otro lugar de trabajo.
Y aquí sobrevino un “no querer saber” nada acerca de esto por parte de los primeros analistas, injurias, exclamaciones, quejas, obstáculos, era como si dijesen “no quiero saber nada acerca del psicoanálisis”, claro, sin dejar de creerse merecedores de lo que negaban.
Esto no debería suceder en el año 2004, siendo que el propio Lacan enfrentó este problema en 1964 y Miller dedicó todo un curso entre 1989 y 1990 a este tema del banquete de los analistas, pero si, sigue sucediendo, pero quiero creer que sucede porque existe una estructura que lo posibilita, por tanto, mi tesis es que si sacudimos esa estructura organizativa hasta hacerla virar, esto puede quedar, en la medida de lo posible, solucionado, o si se quiere, estructurado de tal manera que para que suceda, todo el conjunto de analistas integrantes de determinado colectivo tengan forzosamente que desvinculare de su ética como analistas, y creo que esto, por lo menos, dificulta un poco más la repetición.
Aquí los remito a las páginas 39 a 43 del curso de Miller titulado “El banquete de los analistas” para luego leer las páginas 16 a 24 como introducción por aprés-coup.
Luego de estas lecturas quizá se entienda un poco más la idea que quiero desarrollar y que propone una especie de analogía entre las fábricas y las escuelas. La idea es llevar a cabo una división entre los "no analistas" y "analistas no practicantes", ya sean analistas de la escuela o interesados por el psicoanálisis solo de forma teórica y los "analistas practicantes", quienes tienen pacientes. División, como se lee, no ya por la categoría de analista, sino por el tipo de desempeño con respecto al psicoanálisis y la escuela para la cual trabajan, dispuestas así las cosas, los no analistas tendrían que reunirse entre ellos para debatir y decidir todas las cuestiones referidas a su trabajo hacia la escuela, es decir, mayoritariamente administrativas, de acondicionamiento físico del lugar etc. Y los analistas, invitados a esta escuela-banquete, se reunirían físicamente en este edificio preparado para ello, a dar sus cursos, hacer sus reuniones, exponer sus parrafadas sobre qué es ser un analista, luego, al final de cada banquete, los invitados pagan por el cervicio prestado (escrito con una C inicial, como aclara Lacan: “el cuello que se doblega”)
Cada mes, o cada semana, analistas estrictamente clìnicos y analistas no practicantes se reunirían “frente al tapete”, como gustaba decir Lacan, para dialogar acerca de sus intereses recíprocos y con suerte, poder nutrirse mutuamente sobre el basto mundo psi y todos sus intersticios, coordinarse, sin dejar, cada conjunto, de mantener sus propias reuniones de coordinación y autorregulación, basadas en la autonomía de decisión de cada conjunto sobre su forma y destino y sostenidas, por sobre todas las cosas, en la ética del psicoanálisis.
Por demás de sentado que cualquiera de los integrantes de cada conjunto puede pasar al otro siguiendo los mecanismos del pase, incluso podría ser recomendable para descansar, nutrirse de otras experiencias, reencontrarse con otros saberes o iniciarse en otros saberes.
De este modo, el analista clínico seguiría ocupando su lugar de escucha frente a los no analistas-analizantes en sus encuentros-sesiones (hasta se encontraría forzado a ello, exigiéndose en su esfuerzo, ya que no podría operar de otro modo) pudiendo ejercitar todas sus herramientas de analista clínico hacia el conjunto de los no analistas, pero como su ética lo impone, jamás podrían decirles qué hacer y que no, quizá sugerir y sobretodo escuchar, interpretar y aprender de esta clínica, de este real, así como lo hacen con sus pacientes individuales; lo mismo, por su lado, los analistas no practicantes o clínicos.
Este ejercicio de verdadero análisis ofrecería mayores esfuerzos éticos de cada parte, incluso, si están bien orientados, un avance mutuo de alcances insólitos, como sucede en los psicoanálisis, y hasta quizá promueva un mayor y mejor número pases.
Nota:
Gracias a todo Planeta X y a todos los autores citados y leídos.
Maximiliano Perinetti.
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