Psicoanálisis y sociedad

Estudiantes:

¿Cuál es la relación entre el sujeto de una praxis revolucionaria que tiende a la superación de su trabajo alienado y el sujeto del deseo alienado?

¿Cuál es, según usted, la teoría del lenguaje implicada por el marxismo?

¿Qué piensa de esta reciente expresión del doctor Mannoni (en una reciente reunión de psicoterapeutas institucionales), quien hablando de la cura psicoanalítica la caracteriza como "la intervención de una institución en otra institución"?

Esto plantea el problema de la función social de la "enfermedad mental" y del psicoanálisis. ¿Cuál es la significación social del hecho de que el psicoanalista deba ser pagado por el analizado? ¿El psicoanalista debe tener en cuenta el hecho de que su cura es una terapia de clase?

Lacan:

Por sujeto del deseo alienado vosotros entendéis sin duda lo que yo enuncio como: el deseo de -es el deseo del Otro; lo que es justo, o dicho de otra forma, que no hay sujeto de deseo. Hay sujeto del fantasma, es decir una división del sujeto causada por un objeto, esto es, obstruida por él, o más exactamente, el objeto en el que la categoría de la causa ocupa el lugar en el sujeto.
Este objeto es lo que falta a la consideración filosófica para situarse, es decir, para saber que ella no es nada.
Este objeto es el que logramos hacer salir de su sitio a través del
psicoanálisis, como el balón que se escapa de la melee de los
jugadores para lograr un tanto más.
Es tras este objeto que corre el psicoanálisis, al mismo tiempo que emplea toda su torpeza para captarlo teóricamente.
Solamente cuando este objeto —el que yo llamo a minúscula, y que he puesto como título de mi curso de este año como el objeto del psicoanálisis— tenga su estatuto reconocido, se podrá dar un sentido al pretendido objetivo, que vosotros atribuís a la práctica revolucionaria, de una superación por el sujeto de su trabajo alienado. ¿En qué puede ser superada la alienación de su trabajo? Es como si vosotros quisierais superar la alienación del discurso.
No veo cómo superar esta alienación si no es a través del objeto que soporta su valor, lo que Marx llamaba, en una homonimia singularmente anticipada del psicoanálisis, el fetiche, dando por entendido que el psicoanálisis revela su significación biológica.
Pues este objeto causal es aquel en el que las restricciones reglamentarias toman forma ética en el aburguesamiento que sella a escala planetaria la suerte de lo que se llama, no sin pertinencia, los cuadros.
Ved en ello una línea de lo que podría convertir vuestra pregunta en un simple esbozo.
Para evitar todo desprecio, tened en cuenta que yo sostengo que el psicoanálisis no tiene ningún derecho a interpretar la práctica revolucionaria —lo que argumentaré más lejos— sino que, al contrario, la teoría revolucionaria haría bien en responsabilizarse, de
dejar vacía la función de la verdad como causa, ya que precisamente está en ello la primera suposición de su propia eficacia.
Se trata de poner en tela de juicio la categoría del materialismo dialéctico, y ya se sabe que los marxistas no son especialmente fuertes para hacerlo, aunque en conjunto sean aristotélicos, lo que ya se supone algo.
Sólo puede decirse que mi teoría del lenguaje como estructura del inconsciente, está implicada por el marxismo: si vosotros no sóis más exigentes que la implicación material con la que mi última lógica se contenta, es decir, que mi teoría del lenguaje es verdadera cualquiera que sea la suficiencia del marxismo, y que ella le es necesaria cualquiera que sea el defecto que le transmita.
Esto, en cuanto a la teoría del lenguaje que el marxismo implica lógicamente.
En cuanto a la que ha implicado históricamente, no tengo apenas nada que ofreceros, en mi modesta información de lo que sucede detrás de un cierto telón doctrinal, más que treinta páginas de Stalin que han acabado con los debates del marxismo (del nombre del filósofo
Marx, que consideraba al lenguaje como una como una "superestructura").
Enunciados elementales referentes al lenguaje, especialmente sobre este aspecto de que no es una superestructura, hacen que el marxista se sitúe en lo sucesivo en lo que concierne al lenguaje muy por encima del neopositivismo lógico.
Lo mínimo que podéis concederme en cuanto a mi teoría del lenguaje es, si esto os interesa, que es materialista.
El significante es la materia que se trasciende en el lenguaje. Os dejo la elección de atribuir esta frase a un Bouvard comunista o a un Pécuchet a quien animan las maravillas del A.D.N.
Estaríais equivocados si creyérais que me preocupo de la metafísica hasta el punto de hacer un viaje para encontrarla. La tengo a domicilio, es decir, en la clínica donde converso con ella en unos términos que me permiten responderos lapidariamente sobre la función social de la enfermedad mental: su función, social, habéis acertado, es la ironía. Cuando tengáis práctica en el trato esquizofrénico, sabréis con qué ironía está armado, ironía que va
hasta la raíz misma de toda relación social.
No obstante, cuando esta enfermedad es la neurosis, la ironía no cumple su función, y el descubrimiento de Freud consiste en, a pesar de ello, habérsela reconocido —con lo que la restaura en su pleno derecho— lo que equivale a la curación de la neurosis.
Ahora el psicoanálisis ha sucedido a la neurosis: tiene el psicoanálisis la misma función social, pero también deja de cumplirla.
Yo intento restablecer la ironía en sus derechos, mediante lo cual quizás también nos curemos del psicoanálisis de hoy.
El hecho de que el psicoanálisis tenga que pagarse no implica que sea una terapia de clase, sino que, ambas cosas, son lo que queda actualmente de la ironía.
Esto parece quizás una respuesta demasiado irónica. Si reflexionáis sobre ella, os parecerá seguramente más auténtica que si os remitiera a lo que he dicho unas líneas más arriba, sobre la función del fetiche.....

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